Allí donde el viento caía suave
las miradas peinaban la hierba
como una dulce brisa ancestral
y oía ruidos que eran testimonio de mi miedo
ruío, mieo
la serena tormenta llegaba por el horizonte
pero no ciega al sol ni a nosotros
y el corazón, que es misterioso,
sintió el pulso del sexo y la muerte,
yerba... muerte
Lo vi, el espíritu de todo,
del campo y las colinas, del bosque, la brisa,
la asolanada extensión de nuestra esperanza...
es mujer, agazapada bajo el relente,
gata, silente...
Esperando que yo descubra que el tiempo se acaba.
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