Es curioso cómo esta tendencia de subida de IU, que sociológicamente era conocida desde hace aproximadamente dos años, ha costado que tenga presencia 'gráfica', textual y de análisis en algunos barómetros periodísticos a pesar de que venía expresada a través de serias y científicas encuestas, o estadísticas. Las mismas prospecciones sociológicas serias que fueron vilmente masacradas por la realidad del sufragio universal tanto en las últimas elecciones andaluzas como en las pasadas generales de noviembre.
En estas, las andaluzas, todos los grandes medios de comunicación pronosticaron o una victoria por mayoría absoluta del PP o al menos muy amplia victoria del PP sobre el PSOE, cuando apenas lo ha superado en un 1%, y ninguna de esas encuestas le atribuía 12 diputados seguros a IU (todas entre 8 y 12, pero en el aire, es decir, que según ellas IU podría haberse quedado en 6); en aquellas, las generales, el descalabro del PSOE, basado en una abstención a su partido y no en un trasvase de votos al PP (ni mucho menos), dejó también descolgados a todos los analistas y sociólogos de este país, rebozado en harina de medios conservadores: ninguno vaticinó con certeza los paupérrimos 110 diputados que finalmente conseguiría el PSOE, su mínimo histórico, ni ese nada espectacular 44,6% de votos para el PP, mismo porcentaje que en 2000 (su máximo hasta ese momento) y apenas 600.000 votos más que en 2008, a pesar de la sangría de 4,3 millones de votos del PSOE.
Es decir, ninguna encuesta predijo de forma efectiva, y ni siquiera disimulada, un trasvase de votos tan grande ni ninguno de los sentidos que tomaría el mismo, porque tampoco daban crédito a resultados tan espectaculares como los de la izquierda abertzale en Euskadi, de UPyD o los propios de IU: fueron incapaces de vaticinar que el PSOE perdiese más de 4 millones de votos y que no sería el PP el que recibiese ese bagaje (tuvo poco más de 500.000 más que en 2000).
Habría que añadir que la proporcionalidad injusta y no igualitaria de la Ley Electoral amortiguó el batacazo de esas estadísticas: IU, por ejemplo, con una Ley Electoral equitativa hubiera tenido más del doble de diputados de los que tuvo, entre 25 y 29. El sonrojo hubiese sido mayúsculo.
La cuestión es que, ha tenido que corroborarse ampliamente en las urnas esa tendencia sesgada de los medios de comunicación de este país, incluído el homónimo, y haber desaparecido la edición impresa del diario 'Público', cuyas ventas no ha recibido 'El País' ni de largo, para que, de alguna manera, sea atendida la petición de contar con IU en los análisis, estadísticas e incluso gráficos de esos medios, petición expresada durate los últimos cuatro o cinco años por miles de lectores de todos los medios, los propios grupos políticos y algunas asociaciones profesionales.
Para mi algunas conclusiones son claras:
1) Corrobora una tendencia claramente conservadora, cuando no abiertamente derechista, del 95% de los grandes medios de comunicación nacionales (el resto son algunos públicos)
2) Los nuevos medios y formas de comunicación y relación social son una oportunidad que debemos seguir explotando desde la izquierda
3) Es necesario regular de alguna forma, desde lo profesional o desde lo político, el atronador sesgo de la mayoría de esos medios: simplemente dejan sin voz a un 30 o 40% de la población, según las elecciones que sean, y simplemente lo hacen por intereses económicos o políticos meramente empresariales y privados.
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