España | César Pérez Navarro - TerceraInformación | 08-10-2009
Sobresaltado por el titular “Izquierda en crisis”, me dispongo a leer el editorial de El País (1), y en dos segundos alcanzo a reconocer que no es “la izquierda”, sino “Los partidos socialdemócratas europeos (los que) pierden aceleradamente su relevancia política de antaño”. Como de costumbre, se trata de una retórica tan alejada de la realidad cuando El País habla de ideología política como el gobierno de impuestos o desarrollo sostenible. Y aunque en el texto se reconoce que la política económica (neoliberal) causante de la crisis no fue cuestionada ni corregida por el PSOE en los sus años de gobierno -ni aún lo es- en los cuales mostró una actitud meramente continuista, se sigue aplicando a éste y otros partidos social-liberales (lo de demócrata debiera sobreentenderse) el apelativo “la izquierda” como si se tratase de una marca publicitaria o de un nombre propio que se conserva impoluto independientemente de la ideología o de la política económica que se practique;
“(...) La izquierda se muestra perpleja de que los ciudadanos no pasen factura a los partidos que inspiraron las políticas económicas causantes de la crisis. Se olvidan, así, de que mientras gobernó no trató de corregirlas ni de cuestionarlas. Más bien les ofreció un aval en la línea de la Tercera Vía de Tony Blair y se limitó a marcar sus diferencias con los conservadores en terrenos como los valores y las costumbres (...)”
Mientras el término “izquierda” se tuerce y retuerce para adaptarlo a las políticas liberales mediante su uso reiterado en los medios corporativos, el “vacío” que ésta deja es ocupado por lo que en el editorial se define como “(...) discursos y fuerzas populistas, contra las que los partidos democráticos, sea cual sea su ubicación ideológica, siempre han tenido serias dificultades para competir en el terreno electoral.
Y así, termina, rentabilizando el rechazo que origina el término “populista” porque se identifica erróneamente con la demagogia o porque se usa peyorativamente para definir a un gobierno que toma medidas populares a corto plazo con fines electoralistas.
Recordemos que “Populista” es utilizado a menudo por El País contra los gobiernos de izquierda en Latinoamérica, aunque vayan más allá de la oratoria y lleven a cabo profundas reformas estructurales como la nacionalización de los sectores estratégicos que incluyen la banca en muchos casos, el impulso de la sanidad y educación públicas u otras medidas que se traducen en una fuerte reducción de la pobreza. Es decir, justo lo contrario de esa definición.
“(…) Esta pérdida de peso no es una buena noticia para nadie, ni siquiera para los partidos conservadores. Entre otras razones porque el vacío que la izquierda deja está siendo ocupado en muchos casos por discursos y fuerzas populistas, contra las que los partidos democráticos, sea cual sea su ubicación ideológica, siempre han tenido serias dificultades para competir en el terreno electoral.
Leyendo el último párrafo completo, puede deducirse que las “fuerzas populistas” se deben identificar con una IU que progresa en intención de voto -según una reciente encuesta de Metroscopia- u otras fuerzas de izquierda nacionalista que ponen en “serias dificultades” a los “partidos democráticos”, como si esas “fuerzas populistas” no fuesen democráticas y donde “democrático” debiera (otra vez) sobreentenderse. Lo extraño de todo esto es que esos partidos democráticos, a pesar de todo, “compitan en el terreno electoral” con fuerzas populistas.
En conclusión, el aberrante uso del lenguaje del editorial convierte a los social-liberales en “izquierda” y a la izquierda en unas “fuerzas populistas” que vienen a ocupar el “vacío” que dejan los “partidos democráticos”, donde la coletilla “democrático” debiera obviarse, puesto que, tal y como se redacta en el editorial de El País, “compiten en el terreno electoral” con esas “fuerzas populistas”.
(1) http://www.elpais.com/articulo/opin...
(2) http://www.tercerainformacion.es/spip.php?article10444
1 comentario:
Totalmente de acuerdo...agrego otro término del que se han hecho dueños y señores los socialdemócratas: "progresismo".
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