miércoles, 19 de enero de 2011

0. Der Geteilte Himmel

Este poema tiene al menos dos años. Da título a este blog. Como suelo no lo corregí entonces y lo vuelco aquí tal cuál. Inauguró la pérdida del anonimato del antiguo y siempre muy mío 'otro blog', y una serie de poemas bajo el mismo título. No facilitaré ese link porque está mejor calladito, como los niños impertinentes y soeces ;) Antiguo y dos veces limpiado por cuestiones personales es en cambio mi más querida bitácora de errores, disfrutes, dislates y armonías (denosto ambos días en los que borré su contenido mucho más que el de tormentas sentimentales); puro, sencillo, vomitado, incorrecto, directamente fresco desde la mente y hasta el ciberhades de pacotilla que es esta nebulosa... Resiste bien en ese barullo, y el tiempo y de vez en vez compruebo que algunos siguen visitándolo. No se si este poema ya lo he colgado aquí... espero no repetirme.


Las luces se han callado cadenciosamente; antes éramos libres;
espero que el último vahído apague la música encrespada que vemos allá...
juntos volvemos a ver horizontes, volvemos a estar cerca,
juntos, bajo la luna eclipsada, el run run del universo a nuestras espaldas,
tocamos los sueños con la yema de dedos temblando,
y el vírgen placer de lo desandado nos desvela,
tocamos el sexo de antes, las canciones nocturnas,
temblando por ver las estrellas brillar en tus ojos;
el mundo completo, las flores del otro; volvemos a aquella niñez
blanca y llena de luz, en la que fuimos capaces de hacer grandes cosas,
a pesar de no ser héroes ni ser nada, y sonreímos de lado, y nos queremos de frente;
qué bonita esta noche mientras los pulsares que habitan los corazones
repiquetean como saltan los peces fuera del agua, pum pum pum pum,
y cierro los ojos y el calor brota de dentro hacia fuera: estoy preñado de tí,
como aquél melódico abismo donde después de sentir el alma
el alma se parte y saltan mil hilos de asvesto y de mí,
que me rompo al sorber de tus labios de nuevo…
Tu pulso en mi frente: extenuado de sentir me reviento las sienes: su cara:
me lloran las manos a riadas por el tiempo tan torpe:
¿dónde he guardado la ropa desde el comienzo de todo?
Las luces vacuas de la Gran Enferma tililan al fondo,
allí donde el cuento de nunca acabar ha comenzado otra vez;
y comienza cada noche, en cada cama, mil veces;
el cielo ajado que vemos cansados nos cubrirá mañana el fracaso;
el cielo azul, el cielo pardo, unas nubes que juegan
a correr por los campos y vencer la lenta agonía de sus sombras,
como yo, tendido en los campos, mis manos vacías, sin mieses
y las aristas de las pasiones varadas arañando por dentro;
los prados, camareros y desempleados; preñado de miedos;
los borrachos de mañana; los taxistas y las putas;
las mujeres de tacón y los cajeros; las otras,
estén donde estén y con quién, en sus días, con sus güeros;
y el viento dándonos de cara, apartando la rala luz de cabellos ceniza;
troquelado al fin el desánimo de antaño, a pesar de canciones tan tristes…
Hemos entendido por fin.
Volvemos a ver horizontes.
O playas silenciosas al otro lado de AMÉRICA
o soñar mil veces cada día con cien cosas bellas en ASIA
o viajar entre piernas de canela o de miel o de cerveza,
carbón azucarado, o acabar en AUSTRALIA
tomando fotos en almíbar y escuchar de nuevo su voz;
verla bien cerca de mí, aquí mismo, o verla en ÁFRICA,
y cantar todo esto en las noches de estrellas mojadas,
besando el cielo ajado del ALBA.
Cantar y dormir, o dormirse cantando, que es aún más sereno
y no pensar en la muerte hasta que deje de verte tus pelos.

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