domingo, 4 de agosto de 2013

Hitler no ganó las elecciones, las perdió (o se la hicieron perder) la izquierda



La últimas elecciones "democráticas" de la República de Weimar fueron, en realidad, el 6 de noviembre de 1932. En el contexto de una Alemania sumida en un caos político y económico sin precedentes (sólo durante la I Guerra Mundial la situación llego a ser socialmente más problemática), la representación parlamentaria quedó tal y como expongo a continuación:

Nacionalsocialistas: 196
Partido Socialdemócrata: 121
Partido Comunista: 100
Centro Católico: 70
Partido Popular Nacionalista Alemán: 51
Partido Popular Bávaro: 20
Grupúsculos: 12
Partido Popular: 11
Partido Democrático Alemán: 2
Partido Económico: 1

El partido de Hitler obtuvo el 30% de los 584 escaños del Reichstag. La suma de escaños de los 2 grupos más votados por debajo de ellos, de izquierdas, hubiera sido suficiente para relegarlos a la oposición al menos en la elaboración de una propuesta de Presidencia del Parlamento. La izquierda ganó la batalla a los nacionalsocialistas y Hitler no debería de haber ocupado esa jefatura. 

En última instancia, el Presidente de la República decidió que sería Hitler el que presidiese el Parlamento, y con él al frente del Reischstag, en las elecciones de marzo de 1933, el NSDAP sí que arrasó electoralmente: 288 diputados vs. a 200 de las opciones izquierdistas. Las condiciones de esas elecciones, según todas las crónicas, no parecen excesivamente "democráticas": atentados, palizas a candidatos izquierdistas, quema de sedes de los partidos comunista y socialista, etc. Finalmente Hitler ascendió a Canciller el 30 de noviembre de 1933, pero por decreto. 

Bajo mi punto de vista son tres factores, antes que la aclamación popular, los que produjeron el ascenso al poder, poder ejecutivo, el definitivo, de este nefasto personaje: 1) La evidente connivencia de los poderes fácticos germanos (todos y a todos los niveles, ya que las excepciones confirmarían la regla en este caso) y la oligarquía económica alemana con los postulados de Hitler ante el posible ascenso de la izquierda, netamente socialista en aquél caso 2) La falta de entendimiento nítido de la izquierda 3) El uso de unas formas, gruesas y populistas, que no dejaban ver del todo el fondo de una ideología perversa, o, lo que es más preocupante, la falta de esa ideología, oculta tras artificios viscerales y mediáticos (propaganda, en aquella época).

Espero que no caigamos en las mismas trampas, toda vez que el escenario parece replicar sombríamente algunas de aquellas mismas circunstancias. Y a colación de esto: ¿ignora alguien hoy en día que el PP ya tiene previsto su plan B y hasta C? 

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