martes, 19 de octubre de 2010

El viaje

He pasado la mañana eligiendo las minas
con las que suicidaré la comprensión paternal,
eligiendo el grosor de las rayas que escribirán el viaje
he atormentado, enérgico y olvidado, las páginas

con un catálogo tedioso y espiritual de marcas al pie
que desarrollan macabras tenazas sobre mi cerebro
de plastilina y café desvaído, multicolor, panceta y ciruelo,
rayo con la pluma, oigo y escribo mi piel, se estremece la tuya

como al oir el sonido del árbol caído, rememoro agónico,
escindido de todo intento por cambiar algo, todo, morir, lo que sea,
porque el camino se estrecha nosotros plegamos las manos: haced lo debido

porque no hay nada más terco que un hombre carnaza
cuya alma apeste a zorruno y sepa bien cierto la tramoya vital:
que estamos aquí de prestado, que no hay lugar al silencio....

Ven y sube conmigo al tejado, tejamos allí la espiral, miremos al cielo,
la magia de todo reside en que no tenemos cojones de renunciar al sufrimiento.
Y ya está. Y es acerca de escribir y hacer el amor. Y es acerca de soledad y alegrías.

Y ya está.

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