lunes, 21 de septiembre de 2009

Tres cuestiones necesarias para revisar esta crisis

Se acaba la crisis. Surgen los brotes, el sistema no se hunde y si nos portamos bien, sobre todo los trabajadores y trabajadoras y pequeños empresarios, quizás reflote más rápidamente 'nuestro' sistema económico. La crisis está en crisis. Curioso ¿no? Puede que concluya incluso antes de lo que esperábamos.

Eso es lo que sabemos, porque eso es lo que nos llega, y es eso lo que reconocemos. Si acudimos a nuestra fuente básica de información y de relación con esa parte de la realidad 'macroeconómica' (los medios de comunicación), parece no haber duda.

Pero, ironías aparte, la terca realidad reside en que no existe una verdadera ni profunda revisión de las causas y consecuencias de esta crisis, ni en los propios medios de comunicación, al menos en los mayoritarios, ni en círculos políticos que no sean alternativos: se habla de las repercusiones, dramáticas, pero más o menos tangenciales, que está provocando esta crisis; se habla de sus efectos, de sus estragos sociales; de lo que hacen unos y otros gobiernos por intentar atajarla; de lo inmensa y desconocida que es…

Desde el punto de vista de la comunicación asistimos a un seguimiento mediático que dramatiza sobre la crisis, pero no profundiza en absoluto sobre sus causas.

Por otro lado, la mayor parte de las lecturas políticas que aparecen sobre la crisis también pecan de excesivo desinterés por ahondar en la cuestión, cuando no de una manifiesta superficialidad: las proclamas sustituyen al análisis; si se dan éstos, se abarcan desde un punto de vista exógeno; las reducciones abundan, incluso se peca del electoralismo más clásico y se hace hueco en la agenda la visión corta, oportunista, dudosamente oportuna a veces.

Y cabría preguntarse ¿Es esta crisis tan sólo el fruto de un desfase financiero? ¿Se puede considerar suficientemente importante el papel de sectores determinados, como el inmobiliario, para justificar el colapso? ¿No estaremos obviando otras causas, pasando por alto la verdadera dimensión de la situación económica? Y sobre todo, ¿qué intereses existen para que esas causas, posiblemente más reales aunque más difíciles de abordar, no se estén analizando en profundidad?

Si banalizamos en el mismo sentido en que otros utilizan esta crisis ¿cómo se puede pedir el abaratamiento de las condiciones del despido, acaso antes hemos pedido participar de los beneficios empresariales? No juguemos pues.

No hay enmiendas que justifiquen tanto artificio. No hay excusas para dejar de tratar esta situación de una forma tan frugal. De acuerdo: la crisis es de dimensiones desconocidas, pero también son inusuales las posibilidades de actuación que tienen los gobiernos de hoy en día, el desarrollo económico y social de nuestras sociedades y la responsabilidad y posibilidades de actuación de nuestros gobiernos. El único límite es la impericia o la falta de ambición.

Ahondemos un poco en la necesaria revisión de la crisis tal y como quizás deberíamos estar analizándola.

James O´Connor, profesor de la Universidad de California y editor de la prestigiosa publicación 'Capitalism, nature, socialism', ya en el año 1998, en su artículo ¿Es posible el Caipitalismo sostenible?, profetizaba algunas de las claves sobre la crisis que actualmente sufrimos. No era el único: “una cosa es evidente, si el capitalismo no es sostenible en términos de regulaciones macroeconómicas internacionales, habrá una crisis global, una deflacción general de los valores del capital y una depresión...ante esa eventualidad nadie sabe cómo reaccionarán el capital individual, los gobiernos o las agencias internacionales”. Justo eso está ocurriendo. Dejemos pues en el aire la primera cuestión: si es o no es este capitalismo sostenible.

Iba más allá. Daba por sentado que “la primera contradicción del capitalismo,…interna, y de la acumulación capitalista, es que está cargado de episodios de crisis y es dependiente de la crisis”, y que cuando el capitalismo está en crisis (nunca del todo y nunca de manera integral), la mejor solución “para el capital en su conjunto, no para la sociedad, ni siquiera para la naturaleza, lo cual supondría una lógica de reciprocidad ajena a la lógica capitalista, “consiste en reestructurar las condiciones de producción de manera que incrementen su productividad”.

Por ejemplo, ‘re-estructurando’ el diálogo social, re-escribiendo los acuerdos sociales, pero también modificando otras ‘condiciones de producción’. En términos puramente economicistas, “durante el periodo más temprano del desarrollo del capitalismo existía suficiente fuerza de trabajo precapitalista, riqueza natural inexplotada y espacio” suficiente. Pero, si no existen las mismas o suficientes condiciones ¿a qué recurrirá el capitalismo en esta ocasión para salir de la crisis? Dejemos en el aire esta pregunta (ya van dos).

Por su parte, en un artículo publicado en el número 36 de la Revista Ecología Política, Joan Martínez Alier, catedrático de Economía e Historia Económica de la Universidad Autónoma de Barcelona, analizaba una de las grandes contradicciones (imposturas) en las que se sustenta el entramado económico de las sociedades occidentales: “el sistema económico industrial, el crecimiento de la producción y el crecimiento del consumo, implican a la vez el crecimiento de la extracción de materia prima y la destrucción final de los combustibles fósiles”; añade, “la energía se disipa, no puede ser reciclada...y la contabilidad económica es por tanto falsa porque confunde el agotamiento de recursos y el aumento de entropía con la creación de riqueza”.

O sea, ¿puede que en realidad estemos agotando la riqueza, no creándola, aunque nos parezca lo contrario?: exacto, creamos tan sólo valor, no necesariamente riqueza. Y puede ser ese precisamente el pilar de la revisión profunda que debería atenderse si realmente se quiere profundizar sobre esta crisis. Quizás no se trate de reformar estructuralmente un modelo productivo, quizás se trate de realizar cambios profundos en el adn mismo de nuestro sistema económico.

Muy posiblemente, esta crisis sea acerca de un colapso de corte malthusiano en la que recursos y materias primas se agotan, se extinguen las vías de expansión económica que conocíamos, basadas fundamentalmente en un consumo las más de las veces injustificado y 'sobrevalorado', y se modifica sustancial, e irrevocablemente, nuestra relación con el medio natural.

Pues bien, volvamos a la primera pregunta, e intentemos contestarla en palabras del propio O´Connor: ¿Es posible el Capitalismo sostenible? “la respuesta breve es no, y la larga es probablemente no...porque el capitalismo tiende a la autodestrucción y a la crisis; la economía mundial crea una mayor cantidad de hambrientos, pobres y miserables...y como quiera que se defina la sostenibilidad, la naturaleza está siendo atacada en todas partes”.

¿Por qué no se aborda desde una perspectiva amplia esta cuestión? ¿Por qué siendo la peor crisis que se haya conocido jamás, las recetas que se ponen sobre la mesa son tremendamente previsibles o improvisadas?

Bueno, quizás estamos subestimando la capacidad de adaptación de un sistema que, como el capitalismo, ha sabido dirimir, absorber y concluir sus propias contradicciones desde que comenzara su andadura. Y puede que la acción de nuestros gobiernos sea la que es precisamente por eso.

Abordemos ahora la segunda cuestión, ya que el serpenteante carácter del sistema económico que conocemos parece inextinguible y es altamente adaptable, y si no existen las mismas condiciones naturales, ¿a qué recurrirá el capitalismo para salir de la crisis? Cerremos un círculo: el capitalismo ‘renacido’ nos venderá esta vez, nos está vendiendo de hecho, las soluciones para hacer más sostenible nuestro mundo.

Sí, hemos entendido bien: el mismo sistema que se ha encargado de esquilmar y humanizar (desfigurar) la naturaleza, el sistema que con su dependencia casi enfermiza de los combustibles fósiles ha acercado el calentamiento global y el cambio climático, llama ahora a nuestra puerta, vestido de verde, para proporcionarnos la solución a todos los problemas que nuestra sociedad mantiene con el entorno, de camino, se asegura una importante participación en los recursos públicos que se pongan en circulación para activar la economía. ¿Sorprendente? No. El capitalismo necesita de crisis para seguir vivo, y esta crisis está en crisis porque ya ha dado sus réditos

Quizás este capitalismo no pueda ser sostenible, ciertamente, pero el que viene, el ‘capitalismo vestido de verde’, tampoco lo será si alguien no asegura que lo sea: no será sostenible sin un planificación amplia, socialmente convenida y ambientalmente viable, por parte de los gobiernos de todo el mundo; y tampoco lo será sin la intervención de los mismos en la toma de decisiones económicas, desarrollando normas aplicables que lo limiten y creando las herramientas necesarias para controlar esa actividad.

La última cuestión: ¿cuántos grandes debates sociales esenciales se están dejando de tratar por esta crisis?. Género, territorialidad, inmigración… Para este capitalismo el debate es un ‘recurso de producción’ tan sólo útil para preparar el terreno de la opinión pública (Garoña). Así que…habrá que esperar.

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