viernes, 22 de abril de 2011

Noticias de días sin periódicos

Hay días sin periódicos que se acompañan de las noticias más raras. Emiliana Torrini, Bleeder, closer to my body y una copa con vino reseco de ayer, y restos de chocolate negro sobre el mantel, y las persianas a medio echar y Cristo que acaba de morir pero resucitará, como todos nosotros tenemos posibilidad de hacer dos o tres veces en la vida. Un día sin periódicos trae noticias raras. Saben raras, suenan raras. Es un sabor inexacto que parece sustentado sobre el tiempo. De cosas que ocurren sin haber pasado. De hechos que parecen hoy, ya mismo, pura historia.

Una de esas noticias dice que Las calles dicen no, y LCD dice no, y la música se va transformando porque hay gente que dice no y porque a pesar de todo el tiempo transcurre y el siglo XXI se acaba tan pronto, casi sin empezar, que no nos da tiempo a verlo pasar. Y The white stripes dicen no también.

No quiero cerrar mis ojos, y mucho menos mis oídos, no quiero cerrar las puertas, no quiero cerrar el paraguas, no quiero cerrar la boca, ni quiero cerrar este tiempo, este tiempo me gusta, aunque esté cansado y raído, pero este tiempo me gusta. Y sin embargo todo trata acerca de ciclos y círculos y penosas vueltas atrás; a veces, otras veces no.

Mientras, otra noticia dice que el senador McCain llega a Bengasi... ¡oh, dios mío! La de cosas muertas sobre las calles que debe haber en Bengasi, la de muebles rotos, la de escombros, la de ventanas muertas abiertas a cañonazos sobre las casas muertas, la de restos de sangre, la de hoyos excavados a base de bazzokazos, hoyos y regueros que hacen de las calles calles muertas, huertas sembradas de miedo y de odio y de cosas muertas... La de personas muertas que habrá en toda la Cirenaica... McCain, ya que tienes nombre de patata frita precocinada, anda y estate tranquilo sobre el plato de aquel desaguisado.... la de personas muertas que habrá y sobre las que esta patata frita opinará. Mc Cain... Resucita ya Jesús.

Empieza a llover de nuevo. Jesús quita el pecado del mundo está sobre mi mesa. El hombre más anglosajón que he visto en tiempo, salido del mismísimo Salt Lake City y directamente hacia la Avenida Kansas City, para conseguir nuevos mormones a los que adormecer, me alargó ayer un folleto por el que se me invita a conocer todas las respuestas. Es curioso, yo que tengo casi todas las preguntas; el me ofrece todas las respuestas, tentador; desubicados con nuestras pintas impropias, por ser de lejos, por estar aquí pero sentirse lejos, por estar aquí sin estar aquí, cruzando miradas, y palabras. Él no bebe cerveza; él no tiene tiempo de tomar una Coca Cola; supongo que es porque ya tiene todas las respuestas: difícil aportarle algo nuevo.

Creo que no conoce a The Streets, tampoco creo que le interese los motivos por los que Mike Skinner ha dejado de componer, casi no me importan ni a mí, aunque seguro que si le pregunto me saca de dudas: porque él tiene todas las respuestas. En cambio creo que sí tiene claro quién es McCain. Lo que hace en Libia no lo sabe Dios, es decir, no hay Dios que lo sepa, pero seguro que es algo justificada y sobradamente necesario. Y seguro que mi homólogo mormón está de acuerdo.

Jesús resucita ya por favor, if you go away con la chillona voz de la Torrini mientras no hay noticia de tantas cosas que faltan aún en este día en el que tampoco los periódicos marcan nuestra mañana.

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