jueves, 9 de junio de 2011

Día 10. Codex Aliensis 1


A ver, la escena es esta. Aquella canción de un tipo que se hace llamar Pitbull. Tu entras en la habitación, la gente habla entre ella. Gente guapa, gente chula. Tu también estás muy chulo. Tu estás que te cagas. Ya sabes, hablar, sonreir, parecer interesante y todo eso: vas vestido como persona, todos vais vestidos como personas, y tan sólo se trata de imitar el comportamiento de las personas. Es fácil. Mira alrededor y haz más o menos lo mismo, si no sabes hacerlo no vales una mierda. Pronto pasará, aunque debiera estar sonando algo con muelas y colmillos, dentadas y mascadas, Archie Bronson por ejemplo. Pero no suena, y este trance pronto pasará. Nadie descubrirá tu verdadera intención, tu verdadera pasión, tu verdadera apariencia, tu verdadero yo.

Las catástrofes llegan por detrás. Las catástrofes te sorprenden, por eso son catástrofes. Pero eso no lo puedes decir, es mejor que nadie te oiga decir esas cosas o, por ejemplo, somos un rebaño de autómatas salidos de madre, ¿no lo veis?, o, por ejemplo, dios bendiga a las mujeres que quieran quererme sin preguntar, o, por ejemplo, el mundo es una botella y la vida no es más que una copa... así que esas cosas no las digas. Te muerdes la lengua jabato, te muerdes la lengua lobato. Te muerdes la lengua. No se deben decir. A nadie le importan esas cosas, no te importan ni a ti.

Otra cosa. Límpiate de los zapatos el polvo de estrellas, que nadie sepa que has llegado directamente desde el espacio, en una nave espacial y muy especial, que nadie sepa que tus ojos son claros porque esconden la mirada de aquél animal invasor que temen que ya haya llegado. Ajústate esas lentillas. ¿Te has puesto la chaqueta de Desigual? Ok, y esas gafas de pasta. Muy bien. Se trata de imitar lo que hace el resto, y de no pensar en tu propia naturaleza, en la naturaleza del mundo, en todo lo bello y todo lo bueno que se esconde ahí fuera. Eso vendrá más tarde, más tarde y si aprendes a imitar el trance.

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